Y al filo de la noche, cuando hayan terminado la bulla, los abrazos (falsos o verdaderos), la comilona, el trago, los regalos, el baile, la novena, los disgustos, las desavenencias, allí, en el silencio de su cama, solo o sola frente a su almohada, la sensación que lo invadirá dependerá única y exclusivamente de cuántas expectativas se fijó para este 24 de Diciembre. No hay nadie responsable del estado de ánimo que lo cobija. Nadie. Ninguna de las personas que lo rodearon durante todo el día o la noche, puede entrar al interior de usted mismo y calmarlo, angustiarlo, desesperarlo, tranquilizarlo, darle felicidad o enloquecerlo. No, nadie puede hacer eso para nadie. Cada quien es responsable de lo que siente, de lo que experimenta. Si llora o sonríe, ojalá podamos ser conscientes que nosotros mismos somos los artífices de esa alegría o de esas lágrimas. No le eche la culpa a nadie. Los únicos responsables somos nosotros mismos…
Claro que existen “disparadores”. Pero las grandes frustraciones de este día vienen dadas mas por lo que se espera de una festividad como esta, que de alguna reacción externa. El 24 de Diciembre no se arreglan las crisis familiares, ni surge la plata del árbol de Navidad, ni se ama a los “enemigos”, ni soporto a la que no quiero, ni me vuelvo amiga de quien no he resistido en todo el año. El 24 de Diciembre es una fiesta con un significado simbólico pero si me “perdí” de esa lectura simbólica, al final termina siendo un día estresante y enloquecedor. Si usted no cree “en nada” (tiene derecho), si en su vida no existe un sentido de trascendencia (espiritualidad) el resultado, allí, solo o sola frente a su almohada, puede ser desalentador. Y le repito, no dependía de nadie…
La trascendencia significa salirse del mundo material y concreto y conectarse con “otro” mundo que no se agota en lo que capta con sus 5 sentidos. Trascendencia implica trasponer una frontera, pasar de un lugar a otro, superar una barrera. La trascendencia está vinculada a aquello que está más allá del mundo natural. Son días necesarios para realizar rituales que simbolicen conexión con otras dimensiones. De pronto pensar en la muerte acerca a la trascendencia. Días como este, 24 de Diciembre, nos enfrentan con nosotros mismos, nos obligan a responsabilizarnos de nuestra propia vida. Porque nadie es responsable de nuestra felicidad. Y si mis expectativas están colocadas en algo externo a mi, (regalo, amigos, familia, pareja) con seguridad sentiré desilusión y acumularé otro 24 de Diciembre desastroso. Nadie tiene la obligación de darnos, nadie nos debe. Y si logra permanecer este día (y muchos mas) sin reclamarle a la vida o a los suyos, entenderá (y sobre todo sentirá) que somos los propios artífices de lo que se vive. ¿Que todo lo que hago por los demás y nadie me devuelve en la misma proporción? Que pena decirlo pero usted es un “negociante afectivo”, un cobrador de querencias , factura resultados emocionales.
Apuéstele a no esperar, intente pasar este 24 sin reclamar o demandarle a nadie, aceptando lo que llegue minuto tras minuto. Nadie nos debe. Es cuestión de mente. Si nada espera, todo puede ser sorprendente. Pero si espera, todo puede ser desilusionante. Inténtelo y sentirá la diferencia. Felices sueños.
Gloria H. @GloriaHRevolturas